Fernando Báez en IPS: Estados Unidos quiere destruir identidad de los iraquies
CULTURA: Depredación poco publicitada
Por Orlando Matos
LA HABANA, jul (IPS) Tesoros milenarios, materiales e intangibles, afrontan múltiples embates de diferente origen, pero el mayor peligro para su supervivencia proviene de la destrucción cultural desencadenada por los conflictos bélicos en desarrollo.
La devastación puede proceder en ocasiones de fenómenos naturales, como el tsunami en el océano Índico que el 26 de diciembre de 2004 provocó daños en el Parque Nacional de Ujung Kulon, occidente de Indonesia, en el Templo del Sol de Konarak, en el oriente de India, o en la ciudad antigua de Galle, sudoeste de Sri Lanka.
Incluso la contaminación industrial podría desencadenar una catástrofe, por ejemplo en la laguna de la ciudad italiana de Venecia. Mas nada es equiparable a la tragedia patrimonial de las guerras, afirmó en entrevista con IPS el experto venezolano Fernando Báez, quien estuvo en Cuba el mes pasado para presentar su libro ”La destrucción cultural de Iraq”, editado en este país por la Biblioteca Nacional.
”Hemos abierto las puertas a un tema que no se quería tocar, un tema fundamental de la humanidad, que es el de la destrucción de la cultura”, dijo Báez, considerado uno de los escritores más influyentes de 2004 por el suplemento Courrier International del diario francés Le Monde.
Autor de varios libros, entre ellos la ”Historia universal de la destrucción de libros”, sus textos de historia se utilizan como referencia en 23 universidades. Él mismo ha recorrido diversas regiones del mundo para investigar el estado del patrimonio.
”Estuve en Sarajevo estudiando la destrucción que causaron los serbios a los bosnios” durante las guerras de secesión de la ex Yugoslavia en los años 90. ”Allí ocurrió un 'memoricidio' sin precedentes”, dijo apelando a un neologismo.
Según datos de prensa, entre 1991 y 1995 fueron destruidas más de 1.000 mezquitas, 150 iglesias católicas, 15 iglesias ortodoxas, cuatro sinagogas y más de un millar de monumentos culturales. La guerra de serbios y croatas contra bosnios musulmanes enBosnia se extendió entre 1992 y 1995.
Entre las pérdidas se contabilizaron el daño y la destrucción de dos centenares de bibliotecas, incluida la del Instituto de Estudios Orientales de Sarajevo, capital de Bosnia, con lo que desaparecieron documentos de la herencia cultural del país de 10 siglos de antigüedad.
El ”memoricidio” se configura ”cuando se destruye la cultura”, pues ”se está destruyendo la memoria”. Y esta ”se destruye para reconfigurar la identidad”, añadió.
Con ese propósito, ”Estados Unidos ha destruido la cultura de los iraquíes” desde su invasión a ese país, en marzo de 2003, dijo. Ello ”va a traer consecuencias muy serias sobre la identidad” de ese pueblo, según expuso Báez en ”La destrucción.. ”.
En otras dimensiones y contexto, Báez ha atestiguado destrucción cultural en Colombia, un país que lleva más de cuatro décadas de guerra interna.
”Estuvimos en (la ciudad de) Bucaramanga, en (el departamento de) Antioquia, en zonas cercanas a la frontera con Venezuela” en el norte colombiano, dijo Báez.
”Me dio muchísimo dolor la destrucción de bibliotecas por la guerra civil que vive el país, pues biblioteca destruida, biblioteca que no se reconstruye. Quedan a merced del tiempo, y los lugares son abandonados, incluso en sitios de la frontera con Venezuela que la guerrilla (izquierdista) utiliza después para depósitos de municiones, o los mismos paramilitares (derechistas) en sus instalaciones”, sostuvo.
”He visto que a partir de lo que a mi juicio es el mito de la desmovilización (de las milicias paramilitares) cada vez hay más bibliotecas en Colombia afectadas, cada vez hay más bibliotecas que están siendo vulneradas por esta tragedia”, dijo.
Esta evaluación es verosímil para la presidenta de la Asociación Colombiana de Lectura y Escritura de Colombia, Silvia Castrillón, quien fue directora de la Fundación para el Fomento de la Lectura, desde su creación hasta 2001.
”He visitado muchas bibliotecas. Muchas están al lado de la policía, lo que las convierte en blanco. Siempre pido que las cambien de lugar. Creo que fue en Meta donde vi municipios que han sido medio destruidos, la biblioteca ha caído entre todo lo que destruyen los ataques de la guerrilla contra la policía”, afirmó a IPS.
”Nadie, ni la guerrilla ni los paramilitares dicen: esta es una biblioteca, no la destruyamos. Esa no es una consideración para ninguno de los actores armados”, concluyó Castrillón.
Este tipo de daños tiene repercusiones en el ejercicio de los derechos ciudadanos, según Báez. ”Las bibliotecas para América Latina no son, como puede ocurrir en Europa, sólo lugares para la investigación, sino que aquí son centros de ciudadanía” en los que ”las comunidades se reúnen a discutir sus problemas”.
Pero la diversidad cultural expresada en el patrimonio no se destruye sólo por las armas.
Para el experto, en el marco de la actual globalización hay dos proyectos en pugna que enfocan de modo opuesto la cuestión de la diversidad cultural.
Uno de ellos ”triunfó, a lo mejor de forma momentánea --yo todavía no me hago muchas esperanzas--, cuando en la Unesco se aprobó la Convención para la Protección de la Diversidad Cultural”, puntualizó.
La Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), refrendó ese instrumento jurídico internacional el 20 de octubre de 2005. Allí se establece que la diversidad cultural es ”patrimonio común de la humanidad” y su ”defensa un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana”.
El otro proyecto es de Estados Unidos, ”que se opuso a la Convención”, por lo cual ”no le interesa que ningún país proteja” su heredad cultural, en opinión de Báez.
Ese proyecto encarnado por Estados Unidos tiene ”mucho interés en que sea su memoria histórica, sus valores culturales los que se impongan dentro del proceso de la globalización”, sentenció el especialista.
”El reto es muy grande, y la destrucción cultural va a ser mayor cada vez”, aseveró.
A partir del ”instrumento normativo de la Unesco”, Washington podría encontrar ”más restricciones al libre comercio en las áreas culturales”. Presumiblemente, ”esto va a producir choques inmensos”, contradicciones e ”incluso conflictos como los que hemos visto en las zonas árabes”, pronosticó Báez.
(FIN/IPS/om/dcl/cr ic ae ip sl/06)
Por Orlando Matos
LA HABANA, jul (IPS) Tesoros milenarios, materiales e intangibles, afrontan múltiples embates de diferente origen, pero el mayor peligro para su supervivencia proviene de la destrucción cultural desencadenada por los conflictos bélicos en desarrollo.
La devastación puede proceder en ocasiones de fenómenos naturales, como el tsunami en el océano Índico que el 26 de diciembre de 2004 provocó daños en el Parque Nacional de Ujung Kulon, occidente de Indonesia, en el Templo del Sol de Konarak, en el oriente de India, o en la ciudad antigua de Galle, sudoeste de Sri Lanka.
Incluso la contaminación industrial podría desencadenar una catástrofe, por ejemplo en la laguna de la ciudad italiana de Venecia. Mas nada es equiparable a la tragedia patrimonial de las guerras, afirmó en entrevista con IPS el experto venezolano Fernando Báez, quien estuvo en Cuba el mes pasado para presentar su libro ”La destrucción cultural de Iraq”, editado en este país por la Biblioteca Nacional.
”Hemos abierto las puertas a un tema que no se quería tocar, un tema fundamental de la humanidad, que es el de la destrucción de la cultura”, dijo Báez, considerado uno de los escritores más influyentes de 2004 por el suplemento Courrier International del diario francés Le Monde.
Autor de varios libros, entre ellos la ”Historia universal de la destrucción de libros”, sus textos de historia se utilizan como referencia en 23 universidades. Él mismo ha recorrido diversas regiones del mundo para investigar el estado del patrimonio.
”Estuve en Sarajevo estudiando la destrucción que causaron los serbios a los bosnios” durante las guerras de secesión de la ex Yugoslavia en los años 90. ”Allí ocurrió un 'memoricidio' sin precedentes”, dijo apelando a un neologismo.
Según datos de prensa, entre 1991 y 1995 fueron destruidas más de 1.000 mezquitas, 150 iglesias católicas, 15 iglesias ortodoxas, cuatro sinagogas y más de un millar de monumentos culturales. La guerra de serbios y croatas contra bosnios musulmanes enBosnia se extendió entre 1992 y 1995.
Entre las pérdidas se contabilizaron el daño y la destrucción de dos centenares de bibliotecas, incluida la del Instituto de Estudios Orientales de Sarajevo, capital de Bosnia, con lo que desaparecieron documentos de la herencia cultural del país de 10 siglos de antigüedad.
El ”memoricidio” se configura ”cuando se destruye la cultura”, pues ”se está destruyendo la memoria”. Y esta ”se destruye para reconfigurar la identidad”, añadió.
Con ese propósito, ”Estados Unidos ha destruido la cultura de los iraquíes” desde su invasión a ese país, en marzo de 2003, dijo. Ello ”va a traer consecuencias muy serias sobre la identidad” de ese pueblo, según expuso Báez en ”La destrucción.. ”.
En otras dimensiones y contexto, Báez ha atestiguado destrucción cultural en Colombia, un país que lleva más de cuatro décadas de guerra interna.
”Estuvimos en (la ciudad de) Bucaramanga, en (el departamento de) Antioquia, en zonas cercanas a la frontera con Venezuela” en el norte colombiano, dijo Báez.
”Me dio muchísimo dolor la destrucción de bibliotecas por la guerra civil que vive el país, pues biblioteca destruida, biblioteca que no se reconstruye. Quedan a merced del tiempo, y los lugares son abandonados, incluso en sitios de la frontera con Venezuela que la guerrilla (izquierdista) utiliza después para depósitos de municiones, o los mismos paramilitares (derechistas) en sus instalaciones”, sostuvo.
”He visto que a partir de lo que a mi juicio es el mito de la desmovilización (de las milicias paramilitares) cada vez hay más bibliotecas en Colombia afectadas, cada vez hay más bibliotecas que están siendo vulneradas por esta tragedia”, dijo.
Esta evaluación es verosímil para la presidenta de la Asociación Colombiana de Lectura y Escritura de Colombia, Silvia Castrillón, quien fue directora de la Fundación para el Fomento de la Lectura, desde su creación hasta 2001.
”He visitado muchas bibliotecas. Muchas están al lado de la policía, lo que las convierte en blanco. Siempre pido que las cambien de lugar. Creo que fue en Meta donde vi municipios que han sido medio destruidos, la biblioteca ha caído entre todo lo que destruyen los ataques de la guerrilla contra la policía”, afirmó a IPS.
”Nadie, ni la guerrilla ni los paramilitares dicen: esta es una biblioteca, no la destruyamos. Esa no es una consideración para ninguno de los actores armados”, concluyó Castrillón.
Este tipo de daños tiene repercusiones en el ejercicio de los derechos ciudadanos, según Báez. ”Las bibliotecas para América Latina no son, como puede ocurrir en Europa, sólo lugares para la investigación, sino que aquí son centros de ciudadanía” en los que ”las comunidades se reúnen a discutir sus problemas”.
Pero la diversidad cultural expresada en el patrimonio no se destruye sólo por las armas.
Para el experto, en el marco de la actual globalización hay dos proyectos en pugna que enfocan de modo opuesto la cuestión de la diversidad cultural.
Uno de ellos ”triunfó, a lo mejor de forma momentánea --yo todavía no me hago muchas esperanzas--, cuando en la Unesco se aprobó la Convención para la Protección de la Diversidad Cultural”, puntualizó.
La Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), refrendó ese instrumento jurídico internacional el 20 de octubre de 2005. Allí se establece que la diversidad cultural es ”patrimonio común de la humanidad” y su ”defensa un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana”.
El otro proyecto es de Estados Unidos, ”que se opuso a la Convención”, por lo cual ”no le interesa que ningún país proteja” su heredad cultural, en opinión de Báez.
Ese proyecto encarnado por Estados Unidos tiene ”mucho interés en que sea su memoria histórica, sus valores culturales los que se impongan dentro del proceso de la globalización”, sentenció el especialista.
”El reto es muy grande, y la destrucción cultural va a ser mayor cada vez”, aseveró.
A partir del ”instrumento normativo de la Unesco”, Washington podría encontrar ”más restricciones al libre comercio en las áreas culturales”. Presumiblemente, ”esto va a producir choques inmensos”, contradicciones e ”incluso conflictos como los que hemos visto en las zonas árabes”, pronosticó Báez.
(FIN/IPS/om/dcl/cr ic ae ip sl/06)
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